El contacto con las drogas, la policía, la muerte y Dios

Entrevista con Guillermo García de la Cadena

¿Cómo empieza tu vida religiosa y cómo se va transformando?

En la familia inculcan los valores religiosos pero no los sabes medir o los aceptas como llegan y poco a poco los vas experimentando. Yo acepté los valores religiosos en automático. Siempre tuve el deseo de ayudar. Dentro de mi educación jesuítica tendía mucho a ir a misiones a dar catecismo a los niños e incluso llegué a preguntarme si mi vocación era ser sacerdote, pero esto no agarró firmeza sino que fue parte de un irme descubriendo a mí mismo. Mi contacto directo con Dios era relativo. Tuve eventos críticos, accidentes con peligro de muerte en que conecté con Dios y yo creo que tuve respuesta, porque no me morí. Fueron tres eventos críticos y en los tres me conecté con El. Se dieron en mi niñez, juventud y de adulto.

¿Cómo fue cada uno?

La primera. De niño, me estaba ahogando en una alberca. Nadie se dio cuenta. Me resbalé hacia el fondo, sacaba los deditos y en mi desesperación conecté con Dios y después, de alguna forma, agarré el bordo de la alberca. Yo siento que sí hubo un auxilio divino.
La segunda. En la juventud, me estaba ahogando en el mar. A la fecha no sé nadar. En mar abierto, metido en un velero con una cubeta, alcoholizado, caí al mar y de aquí a que el velero diera la vuelta me estaba ahogando. Vuelvo a conectar con Dios en la noche, mar picado, muy adentro. Le vuelvo a pedir ayuda. Lo más lógico es que me debía ahogar. Del velero no me localizaban, pero cuando lo veo pasar me agarro de una cuerda que iba por ahí. Yo creo que la ayuda está clara.
La tercera. Tenía cuarenta y tantos años, llevaba tres días de estar consumiendo cocaína y alcohol con unos amigos. Empecé a consumir unas pastillas con cortisona. Ya no tenía conciencia del tiempo y tomé varias pastillas para el dolor de cabeza que produjeron una reacción en cadena. Se me empezó a entumir todo el cuerpo y yo alcancé a ver la sombra de la muerte frente a mi cara y me asusté. Había dos amigos conmigo y cuando les pido que me den sus manos veo sus caras y me asusto más. Ellos me dijeron que estaba azul. Entonces supe que me iba a morir y empecé a conectar con Dios en voz alta, le pedí ayuda. Mis amigos no hablaban, estaban totalmente congelados. El médico no llegaba. Llegó cuando ya tenía paz y tranquilidad. Pero no me pude haber tranquilizado solo. Yo nunca he sido muy religioso, pero en el momento en que lo necesito se crea un puente. No puedo decir que no haya sido escuchado.

Después de esta vida de caos, que tuve yo hace doce años, entro a una vida de tranquilidad. Hay un deseo muy profundo de conocimiento interior, un reconocimiento, un crecimiento, un despertar de conciencia, rumbo a un misticismo en mi vida. Yo siento que con la parte religiosa tradicional ni estoy peleado ni tengo mucha tendencia al acercamiento. Voy a misa, efectúo la confesión, la comunión, pero viendo más por un contacto personal. Me acerco mucho a la gente que tiene estos desarrollos de conciencia, estos crecimientos personales.

¿Puedes describir un poco más la parte del caos en tu vida?

Yo siento que mi niñez fue buena, mi adolescencia fue crítica, muy difícil interiormente hablando, porque yo sufría cosas muy personales. Yo tenía baja autoestima, poca atención de mi padre, con una serie de carencias y desórdenes. Esto me lleva a una inseguridad muy fuerte, a una necesidad de apegarme a ciertas cosas como un grupo, una necesidad de pertenencia a algo. Ya grande, descubro las drogas, te estoy hablando de los 28 o 30 años. Y antes de eso era muy fresa, muy tranquilo, pero con muchas necesidades internas. A través de las drogas, incluido el alcohol y drogas duras, siento una transformación “maravillosa” de mi personalidad. Esto me llevó a hacer cosas que en otro tiempo no hubiera hecho, como juntarme con gente peligrosa. Estuve en los medios de seguridad y consumí mucha sustancia. Empecé con muy poquito y luego eran días completos. Me pasaron cosas, vivía al filo de la navaja. Puede haber matado a alguien con el vehículo o con un arma que traía. Me pudieron haber matado. Entonces hacía muchas cosas y yo decía que era un niño bueno haciéndole al malo, porque nunca hacía esto con convicción sino por seguir al grupo y sentirme como liberado. La verdad es que nunca conecté ideológicamente con estas tendencias. Al final fue un sufrimiento seguir en ellas. Entonces, este fue mi caos de vida e incluso llegué a pensar en el suicidio con mi colección de armas. No me decidía con cuál iba a darme un balazo y luego pensaba: “Va a haber mucha sangre ¿cómo me voy a ver en el velorio con un agujero en la cabeza? No. Entonces nunca me decidí.

¿Qué fue lo que te llevó a esa situación?

La depresión. El ver que ya tenía cierta edad y los éxitos no llegaban y no llegaron. No tenía ni para comer, ni para mi sustancia, ni para la renta ni para nada. Me acuerdo que un día vinieron unos amigos de Guadalajara. Yo vivía en la Ciudad de México. Me hablaron y yo me dije: ¿A qué voy? Físicamente estaba deteriorado, económicamente también. ¿Para que me vean que vengo a esta ciudad para hacer un retroceso? No. No puede ser. Había una serie de circunstancias que me ponían en jaque.

¿Estuviste trabajando en la policía?

Sí, trabajé en la policía capitalina, porque tengo curiosidad por el peligro, porque siempre he vivido con el peligro a mi lado. Yo me accidentaba mucho: una pequeña cortada, desprendimiento de retina, me atropelló un coche, pisé un clavo y me atravesó el dedo, tuve quemaduras de segundo grado en las piernas, fracturas de brazo y de cabeza, me abrí la barba … bueno … ¿qué te puedo decir? (risas). Entonces el peligro se fue acrecentando al paso de los años y por el peligro anduve en estos medios y con esta gente. Estaba el atractivo de la adrenalina, de ver qué más podía encontrar en ese medio. Tengo una poesía que le escribí a la muerte. Durante mucho tiempo he escrito poesía. Empecé a los 17 años después de una decepción amorosa. Y un día dije: “Le tengo que escribir algo a la muerte”, porque he convivido tanto con ella y la muerte me lo ha pospuesto.

¿Ya no estás en la policía en el momento en que estás queriendo suicidarte? Lo digo porque ya no tienes dinero en ese momento.

Estando en ese medio, con gente mañosa, buscábamos cómo vender papeles chuecos. Me gasté el dinero que no tenía. Me acuerdo que vendí un departamento que tenía en Guadalajara para comprar otro en México y me lo metí por la nariz o me lo tomé por la boca, en pocas palabras. Y los negocios no llegaban. Y cuando llegaban era para tapar un hoyo.

Entonces en el momento en que estás frente a las armas elucubrando con cuál dispararte todavía estás en la policía, pero lleno de deudas y con un sentimiento de fracaso.

Paso de esa dependencia a otra dependencia del gobierno, pero luego me quedo sin trabajo. Ahí fue más bien donde empecé a tocar fondo. Empecé a vender un arma o dos al mes para comer, y jugaba con ellas en la habitación de una casa que tenía de huéspedes a varios jóvenes. Pagábamos entre todos, pero cada quien tenía su comida y su cuarto. Las armas me dieron para comer mucho tiempo.

Y de ahí ¿cómo se da el paso a lo místico?

Ahí todavía no llega. Me regreso a Guadalajara pensando que la vida iba a cambiar. Era una fuga territorial. Pero primero trabajé con mi hermano en México. Y yo que me sentía funcionario con trajes elegantes y zapatos finos y cuatro vehículos, llego a trabajar con él sin vehículo. Me voy en metro a la oficina, trabajando abriendo cajas. Al chalán le pedían copias y volteaba conmigo y me pedía que yo las sacara. Fue muy difícil para mí empezar otra vez así. No tenía ni cinco pesos en la bolsa, cuando en otros tiempos tenía 20 mil pesos los fines de semana. Acabé endeudado con los bancos. Mi hermano me ayudó a pagar esas deudas y luego me mandó a Guadalajara para encargarme de una oficina de su negocio. Era como volver a resurgir, pero yo todavía no abandonaba el consumo de drogas. Todavía paso unos años más trabajando irresponsablemente.
Hay un evento familiar: no voy a la boda de un hermano y entonces la familia se da cuenta y se pregunta qué pasa conmigo, dónde ando. La boda se empaña. Aquí es donde viene la parte de la sobredosis, cuando estuve a punto de morirme. Esto me obliga a buscar ayuda terapéutica, un grupo de auto ayuda. Acepto para parar la bronca y entra esta opción de transformación. Mi hermano me invita a tomar unos cursos del despertar de la conciencia, me interesa y me enrolo. Me meto mucho al servicio de ayuda en estos grupos y llego a ser delegado nacional. Formé una región que no había, en el occidente. Empiezo a viajar a convenciones y foros internacionales. Me hago terapeuta en adicciones, terapeuta de familia. Sigo en esos rollos y me gusta. Antes buscaba a la gente para echarla a perder y ahora ando de redentor.
Con lo que he estudiado conecto cómo corren paralelos el caos y el misticismo. Llegan a cruzarse y en la cruzada es donde puede haber la transformación.

¿Entonces el momento decisivo es tu tercer experiencia de cercanía con la muerte. Es la que te sacude más, la que te abre?

Fíjate que hay otra cosa. Ya estando bien, le seguía coqueteando a la muerte. Después de tener varios años de recuperación voy a Tepic. Íbamos un amigo y yo por la carretera, ya tarde, a 180 kilómetros por hora, lloviendo y en eso empiezo a trompear, pego contra la barrera de contención y el golpe me saca fuera de la carretera, pego en el bordo, paso la cuneta, salgo a terraplén y a 35 metros por todo el pastizal y las malezas. Arriba, pasaban los autos. Nos volteamos a ver mi amigo y yo. Con todo eso simplemente se tronó la llanta que pegó en el bordo y también hubo un rozón en la tolva cuando pegué contra el muro de contención. Yo estaba temblando. No pude ni cambiar la llanta. La cambió mi amigo. Llegamos al grupo a compartir y les dije: “El tema es: volver a nacer”. Entonces seguía yo con esta tendencia a la adrenalina y me dije: tengo que dejar la intrepidez y dejar de correr, porque yo seguía corriendo mucho en carreteras, era una necesidad de llegar rápido a las localidades e irónicamente iba yo a ayudar a la gente. Entonces, me jugaba la vida en las carreteras para llegar a ayudar a alguien. Bueno, parece que eso ya no se da. Parece… Esta fue la cuarta vez que conecté con la situación de la muerte.

¿Fue la gota que derramó el vaso?

Yo ya no tengo … En aquellos tiempos de caos salía en la noche e iba a buscar lugares peligrosos. Hoy ya no lo hago. Hoy me da miedo. Me he vuelto temeroso, más cauto, más tranquilo, ya no salgo. Trabajé en un tiempo para una clínica de adicciones y tenía que viajar mucho. Ya no lo hago, creo que ya estoy más…

¿Este es el momento que se da la transformación al misticismo?

Sí, y hoy por hoy sigo con la tendencia de elevar más esta búsqueda. La verdad no me molesta que pudiera estar en una posición más cercana con la religión. De hecho tengo un primo hermano que está muy conectado con la Virgen y entonces me emociona ver cómo él expresa su relación con ella y le digo: “Me gustaría que me orientaras tanto en las herramientas para lograr esos despertares que tú expresas en tus pláticas. Yo, la verdad, voy a todo lo que me ayude hoy en día a buscar esta paz interna y los logros en todos los campos de la palabra.

En los accidentes te encuentras con un Dios protector. En la experiencia de caos y de falta de sentido de las cosas ¿te encuentras con un Dios que le da sentido a la vida?

Mira, se acaba de suicidar hace poco un amigo y me consternó mucho la noticia. Yo creo que el suicidio no es algo nuevo para mí. Yo he vivido la depresión desde muchos años para atrás, pero me daba miedo acariciarlo demasiado, entonces me distanciaba. Yo viví mucho tiempo con situaciones depresivas. Desde los 15 años no me aceptaba físicamente, faltaba dinero para sentirme bien en la cuestión social. A mí todo eso me pegó muy duro y me quería morir. Así que vencer a la muerte formaba parte de mi realidad, pero nunca la dejaba llegar tan cerca o tenía eventos tan críticos como los accidentes, pero a la hora de la hora yo no soltaba el cuerpo y pedía ayuda. Yo no sé qué le pasaría a este amigo. Yo pienso que lo peligroso es meterte a una depresión crónica, profunda, donde ya no hay retorno. Yo he tenido depresiones prolongadas. Mi madre muere recientemente y es la última circunstancia crítica que me pasa y vuelvo a caer en una situación depresiva de no querer hacer nada. Pasaban los días, estaba encerrado, necesitaba ver a la gente, pero no pensaba tanto en la muerte en sí sino en quedarme estático, estar ahí a ver qué pasa. Yo siento que de alguna forma llegan cosas a través de elementos divinos. Empecé a conectar deseos con motivaciones. La parte depresiva está siempre en las personas. Las depresiones van y vienen como la luz y la oscuridad. Da miedo estar en la oscuridad, pero hay que saber estar en la oscuridad y en la luz.

¿Cómo describirías tu relación con Dios, porque su acción la ubicas tanto en la ayuda exterior como al interior, despertando deseos, motivando?

Hoy por hoy, platicando con cuatro gentes les decía: aquí hay cuatro personas extraordinarias, traemos una misión en esta vida. A mí me queda claro. Sé de amigos míos que han muerto con mucho menos de lo que yo he vivido. Yo tengo una misión específica que a lo mejor se ha ido conformando a través de lo que estoy haciendo. ¿Por qué? Por todo lo que he vivido. Yo creo que tengo una misión específica que cumplir, pero tampoco debo abusar de la divina providencia.
Tengo una buena relación con El, con el Señor. A veces no estoy tan en sintonía, pero ahí está. Hoy por hoy conecto más. Sí tengo estas conversaciones con Dios, con mi Ser Superior, con los ángeles también, los invoco, también a mi arcángel y a mis padres que ya fallecieron. Pido la ayuda, las protecciones. En ese contexto está vigente esta relación y, además, me doy cuenta que logro grandes cosas en esta parte del servicio. Tengo una gran capacidad para conectar con los niños, con los jóvenes, he dado conferencias en televisión, he estado en foros frente a 20 personas o miles de personas. Penetro en ellos, trasciendo. La gente me busca. Lo que aprendo tengo una gran capacidad para transmitirlo. Eso es un don que hay que desarrollar. Hoy por hoy estoy en una organización internacional financiera que ha formado una fundación con la que me estoy uniendo, para, en su momento, dedicarme de tiempo completo. Tendría como objetivo primordial la ayuda a los niños.

Entonces, parte de tu contacto con Dios lo sientes en el hecho de que El te dio una vida con sentido, con una misión, y en la medida en que tú la vas descubriendo con estos procesos complicados, la vas viendo y dices: “Aquí está habiendo una conexión con Dios”

Fíjate que anoche estaba con este primo hermano y dijo algo interesante que yo no entendí. Yo, a lo largo de mi vida he tenido deseos materiales pues me encanta la comodidad y digo: ¿Cuál es realmente el objetivo? Si yo fuera un hombre con el asunto económico solucionado podría dedicarme a atender este otro, pero mi primo me dijo: “A mí no me interesa solucionar mis problemas económicos en su totalidad, porque Dios quiere que yo sienta la necesidad de carencia y es la que me da un sentido de la vida. Yo tengo que vivir al día con la fe en la mano, porque él me va a solucionar las cosas. No puedo tener ahí una bolsa de dinero para que todo esté solucionado. Y eso me dejó pensando.
Entonces no es tanto estarme preocupando por las necesidades inmediatas sino tener la fe suficiente para decir: algo va a llegar para solucionar eso. Pero tengo que estar en esta línea de necesidad para no perder el piso. La preocupación forma parte de la búsqueda ...

Entonces parte de tu relación con Dios es una interpretación de los sucesos de la vida cotidiana. En lo que decía tu primo, la carencia es parte de un diálogo con Dios y tú asumes ese tipo de diálogo también. Esas serían conversaciones que se dan con la vida y hay otras que se dan más verbales, pues decías: yo converso con Dios y con los ángeles. ¿Cómo serían esas conversaciones?

Yo en las noches invoco a mi ángel y a mi arcángel y les pido ayuda. Compré dos monitos, uno representa al arcángel y otro al ángel. Les doy las gracias por esto o por lo otro. Les encomiendo cosas. Platico con el Ser Superior. Esa es mi relación cotidiana, pero hay veces que hago eventos más especiales.
Procuro ya no estar pensando en lo negativo, porque esa es mi tendencia por herencia y en estar creando expectativas. Y dicen que “el que siembra expectativas cosecha frustraciones.” Procuro transformar el pensamiento negativo en positivo. Antes acariciaba mucho los pensamientos tristes y negativos. Me preguntaba ¿qué va a pasar? y vivía unas angustias tremendas. Procuro no estar en ello en automático y aplicar las herramientas de los doce pasos para superar la adicción: Piensa como si funcionara aunque no lo creas realmente. Pide y se te va a dar. Procuro desconectarme de los sufrimientos.
Yo tuve etapas de sufrimiento emocional y llegaba a un punto en que ya no podía más. Entonces me quitaba el chaleco de las frustraciones y lo ponía en la silla y me sentaba a ver televisión y me valía sombrilla el mundo. Tenía la capacidad de llegar a un punto y desconectarme. Ya no más. Corría mucho al asteroide 23, es decir, tengo la tendencia astrológica de irme mucho a las alturas y luego aterrizo de madrazo, porque hay una tendencia a estar amarrado en la tierra. Mi problema es el equilibrio entre ambos, me voy a los extremos.

Ahora que hablabas de las conversaciones con el ángel, el arcángel y el poder superior, me llamó la atención esto último ¿Tu concepción de Dios es de un ser impersonal? ¿Una fuerza cósmica?

Sí, exacto. Aunque yo he sentido presencias en mis habitaciones. Sientes una energía, una sombra. En muchas ocasiones en la noche he sentido que alguien estaba ahí conmigo. Yo quise mucho a una mujer en México que era la madre de un amigo. Conectamos muy bien. Era una señora maravillosa peruana. Se dedicaba mucho a estas cosas. Era una mujer muy perceptiva, muy buena. Ella muere de una hepatitis muy severa. Me regala un cuadro que tengo desde entonces conmigo. Siento que está ella presente. Viene y me apoya. Es una. Pero siento estas energías, estos seres, pueden ser ángeles, no sé. Y siento que Dios es una energía mucho más grande, abarca el universo completo. Y siento que de allá vengo y creo que el esfuerzo que está haciendo mi alma es de un regreso a casa. Mi alma que se desprendió del Absoluto, del Dios todo poderoso y a través del nacimiento de varias vidas, fuertes, tuve muertes muy fuertes. A veces evoco imágenes de un lugar en que jamás he estado. Yo tengo una parte divina celestial, mi alma, y en esta vida la tengo que vivir y trascender, para darle sentido y seguir mi camino de regreso.

¿Estas impresiones y sensaciones que tienes de las vidas anteriores son las que te llevan a creer en ellas?

Yo tomé cursos en que se me da a conocer esta información y me conecto con ello. Porque tomé un sin número de cursos de despertar de la conciencia y me di cuenta que esto lo percibí, lo vibré. Simplemente estas informaciones vinieron a acomodar muchas cosas. Yo me dije: entonces no estoy tan mal. Siempre fui una persona muy sensitiva y había cosas que me pasaban sin saber por qué. Mensajes conscientes que me llegaban.
Estoy convencido que mi alma ha vivido un sin número de vidas y voy a vivir más. Para mí el cielo y el infierno está en las vidas. Por supuesto que va a llegar el momento en que deje de nacer y me volveré a unir al todo poderoso en una vida contemplativa. Pero antes tengo que vivir las vidas necesarias y mi alma tiene que vivir todas las opciones de vida. Yo vengo de otras vidas en que he cumplido todos los roles. Mi alma no tiene sexo. Tengo que superar cada momento que contiene la vida.

¿Tú ya habías tenido esas sensaciones y cuando vas a esos cursos le dan palabra a eso que habías experimentado?

Empiezo a entender muchas cosas. Tenía piezas de rompecabezas y entonces las empezaba a armar.

¿Podrías describir una de estas sensaciones que experimentaste?

Hoy de lo que más estoy convencido es que no hay casualidades. Al grado que siento que recibo mensajes a través de las cosas indirectas. A veces traigo una tristeza, una perturbación o leo un libro o veo una película y me pone cosas que me dicen: ¡Ah! Tengo que actuar de esta forma. Conozco personas y de repente me regalan cosas. Voy a un lugar al que no tenía que ir y me doy cuanta que tenía que conocer a la persona con que me encontré. A todo le encuentro algo positivo. Hasta lo más simple. Y es la mecánica que voy entendiendo. Es la forma de ponerme en sintonía para que vaya entendiendo cómo tengo que hacer las cosas.

¿El diálogo cósmico se da entonces en la vida cotidiana?

Mi contacto íntimo con hombres, con mujeres, contigo, es por algo, vamos a hacer algo bueno Digo: aquí hay algo que nos va a ayudar a los dos y para ayudar a alguien más.

¿Esto es algo que has ido descubriendo poco a poco?

Sí. Hay leyes cósmicas o revelaciones que se están dando en esta época. Por ahí anda algo que se llama “El secreto”. Se me hace muy positivo porque te va dando herramientas para que tengas vías mejores. Todo tiene que ver con el amor. Yo digo que no puede ser malo tomar algo de esto y que te sirva. Está relacionado con ser más amoroso. Yo he estudiado eso que se llama “Los órdenes del amor en la familia” Entonces, a través de la parte amorosa, se empiezan a percibir cosas que estaban ahí. Están las revelaciones de la Virgen de Fátima, las de la Virgen de Medjujorie. Todo lo que tenga que ver con revelaciones de misterios que produzcan cambio en el hombre se me hace que vale la pena conocerlos, estudiarlos, experimentarlos.

Entonces hay una transformación muy grande de la religión de tu infancia a tus creencias actuales.

Yo creo que hay una comunión. Voy a misa de repente. Hago un acto de contrición, porque no hay nadie que me confiese. Dios lo perdona todo. ¿Por qué no me va a perdonar si en estos momentos tengo ganas de comulgar? Yo hago mi acto de contrición, me paro y comulgo. Punto. Me siento muy bien. Oigo mi misa como quiero oírla. A veces conecto con lo que está diciendo el padre. Me siento muy bien en el ambiente religioso y luego, sin más ni más, me hago muy amigo del padre que ofició la misa.

Me llama la atención que en toda esta plática que hemos tenido y que se da en un contexto cristiano, no hayas hecho ninguna referencia a Jesucristo. Te has referido más a la Virgen y a otras cosas.

Te voy a platicar otro evento, otros tres, que fueron recientes y fuertes.

Primero. Embaracé a una muchacha. Para mí fue algo muy fuerte. Lo manejamos muy mal. Lo tratamos con mucho pánico. Ella lo plantea de una forma muy crítica, con mucho ataque y yo me defiendo. Le digo que lo voy a reconocer pero que no me iba a casar por ese hecho. Hubo un rompimiento del diálogo y ella decidió abortar. Yo no hice nada por evitarlo. Eso me dejó muy mal. Yo, a toro pasado, quise solucionarlo y ya no se pudo.
Segundo. Me invitan a una sesión disque de meditación y terminó como una sesión chamánica. Nos traen de beber una planta medicinal que me mete a un viaje y el viaje me hace padecer, hipostasiarme, en la crucifixión. Mi primo, que es muy religioso, me criticó esta situación chamánica. Le dije: “Yo no sé como haya sido pero sentí los dolores de la cruz, me vi abierto y no sabes los dolores tan inimaginables que sentí.” Y ahí me conecto. Termina la sesión, mi viaje, y lloré por mucho tiempo. La dialogué con los que estaban ahí. Y aún no encuentro cuál es el sentido de esta experiencia.

¿Perdiste la conciencia del presente en ese viaje?

Yo estaba consciente, estábamos hacinados en una habitación oscura. Éramos muchos. Este evento duró doce horas, de las cinco de la tarde a las cinco de la mañana. Yo traté, como buen controlador, de no desconectarme, de no hacer un viaje que no quería. Pusieron música. Había gente que vomitaba, que gritaba o estaba en éxtasis. Yo devolví el estómago en dos ocasiones. Dicen que como me burlé de la planta, entonces… Me suelto, conecto con la música religiosa que estaba escuchando y en ese momento sentí que me metí en el tiempo de la crucifixión de Cristo. Y me vi en la cruz. Yo estaba ahí y cuando este chamán pasa y nos avienta agua y me caen las gotas en los pies, sentí que me estaban clavando los clavos. Por un lado sentía la conexión presente y otra parte de mi estaba en aquel momento. Estaba viviendo en dos momentos del tiempo. Me veía yo y volteaba y decía: Pero ¿por qué estoy yo aquí? ¡Carajo! Y luego pensé: me han pasado tantas cosas en mi vida y lo que me faltaba vivir era la crucifixión. ¿Para qué? ¿Para entender qué? No sé.

¿Esta experiencia cuándo fue?

El año pasado, en junio. Es algo que lo platico muy poco. Ahí, cuando me escucharon, nadie me dijo nada. Todo mundo vivió sus experiencias y no sé si éstas tengan valor o no la tienen. Yo me digo: bueno, a ver si ya entiendo que no tengo que vivir una vida de accidentes y dolores. O no sé … la verdad. Pero estos tres eventos me hacen preguntarme ¿Qué más me falta en la vida?

¿Juntas también la muerte de tu madre con estos dos eventos? ¿Cómo los juntas?

Son eventos muy fuertes los tres. En los tres me pregunto: ¿Qué hago con esto? ¿Por qué me pasó? ¿Por qué me llega un embarazo no pedido y me asusta tanto que no sé cómo manejarlo y lo dejo que se pierda? ¿Cómo es posible que lo haya permitido? Y luego me llega este evento en el que trato de ser controlador y ¿por qué me pasó esto? Yo quería pararlo y no pude. Y luego se muere mi mamá y quedo muy descorazonado, porque cuando se murió mi madre se murió mi pareja. Hubo una relación muy especial. Desde la parte terapéutica yo explico que mi mamá me atrapó energéticamente desde que yo tenía cinco años. Se produce una preferencia que me perjudica porque me pone en medio de la relación de pareja. Mi papá me golpeaba mucho, era algo que hacía de manera inconsciente por el celo. Los papás agarran inconscientemente a los niños y en ellos descargan cosas que traen con su pareja.
Cuando yo tengo 18 años muere mi papá y mi mamá toma otro rol conmigo. Me agarra de pareja. Actualmente tengo más de 50 años, soy soltero y no ha habido mujer porque mi corazón estaba ocupado. Yo no podía tener mujer. Se me hacía muy difícil tener una mujer y verla todos los días. Ahora que murió mi mamá me siento en el abandono total y con la necesidad absoluta de tener una mujer. Y me doy cuenta cómo ocupó un lugar. Ahora trato de entenderlo sin señalar culpables. Ni modo, fue mi vida, trato de comprenderlo, pero sucedió así.

¿Tu pregunta ahora es: qué sentido tuvo que haya tenido una relación así con mi madre y qué sentido tiene que ya haya terminado?

Yo creo que todo pasa por algo y tenemos que ir superando estas tragedias, estas calamidades y encontrarles un mensaje positivo. Que te dejen algo estos eventos traumáticos ¿Qué vas a hacer con ellos? ¿Dónde los vas a poner?

¿Cómo le haces para hacer una interpretación religiosa de todo esto?

No lo tengo muy claro. Tengo presentes los tres eventos. Quiero entender los mensajes sencillos y estos se me hacen muy sofisticados. Me tienen que llevar a comprensiones y actuaciones en mi vida diferentes. Me tienen que transformar. No puedo quedar impávido ante estos eventos.

Mucho de la interpretación que le das a tu experiencia con las drogas es para poder ayudar después. Se transforma la experiencia en sentido contrario. Padeces la adicción y después estás ayudando a los adictos. Este tipo de interpretaciones que has hecho ¿se te hace más claro?

Yo también digo: en esta vida no viene a tener una esposa, tres hijos, un perro y un perico. No vine a un tipo de vida típica que tienen 20 millones de personas. Tengo que enfocarme. Mi vida ha sido intensa o padeciendo cosas en mi interior o padeciendo cosas en el exterior. De repente me viene el acceso a cosas grandes para hacer cosas grandes. A mí me queda claro, como le decía a mi primo, que soy instrumento para hacer cosas.
Hay otra cosa que a veces pienso. Yo puedo, yo podía haber sido un hombre muy cruel y despiadado o puedo ser totalmente lo contrario. Tengo esas tendencias. Yo podía ser mercenario de la guerra. Yo puedo meterme a un tipo de habilidad muy dura porque lo padecí con la droga. Yo vivía y continuaba los días al filo de la navaja, jugándomela, saliendo de una casa para ir a conseguir droga manejando a través del tráfico estando muy mal. Y luego irme a encerrar a otro lado para seguir haciéndolo. Yo lo comparo con eventos críticos donde los mantienes y los continúas. Yo he padecido el dolor en muchas etapas de mi vida desde pequeño hasta mayor. Y a veces el dolor te da un estado placentero. Yo digo, esto debe tener un sentido, pero me queda claro que no debo estar del lado oscuro, malévolo, pero con esta gran capacidad de fuerza, irse al lado de la luz y hacer grandes cosas. Entonces no hacérmela de tos. La vida que hoy tengo en este momento está encaminada a no estar ocupada en las cosas críticas sino en otras cosas más grandes. Como no tengo necesidad de estar atendiendo niños ni esposa, pues a lo mejor puedo dedicarme a otros asuntos y además eso me da un gran placer.
Yo a veces salía noche, tarde, después de una reunión o taller donde había ayudado a alguien y llegaba con un gozo pleno a mi casa. A lo mejor ese es mi objetivo en esta vida.

Decías de la necesidad actual de tener una mujer ¿Eso se orientaría también a tener hijos y construir una familia?

Yo estoy muy abierto a opciones, pero me estoy dando cuenta que podía conectar no con mujeres típicas sino con unas parecidas a mí que tengan proyectos semejantes. Yo creo que voy a conectar con una pareja que le guste lo mismo que a mí, que tengamos la capacidad de estar juntos en lo nuestro y en el proyecto de vida.

¿Te gustaría concluir esta plática con algo en particular?

Mi intención, hoy por hoy, es estar más cercano a la paz interna, a la tranquilidad del alma. Me gustaría despegarme de las cosas materiales que me aquejan. Que no me importe nada de eso. Que viva a gusto lo que hay. Por ahí hay un dicho que dice: “Dejar de ser el necio, el terco, que desespera de lo que espera, pensar que lo que espera debe esperar”.

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