Siempre he sentido la presencia divina, ahora la siento más al cocinar

Entrevista con Alejandra Nájera


Tú te has desarrollado dentro de los Misterios Occidentales y la Cábala ¿Podrías contar cómo ha sido tu relación con Dios?

Mi familia es poco ordinaria, tiene una perspectiva de la realidad distinta, una sensibilidad especial; desde niña se hacían en mi casa prácticas religiosas diferentes: rituales de luna, del sol, de la lluvia … te pasabas al aire libre toda la noche tomando la energía de la luna, dándote un baño de luz, por ejemplo. Claro que yo me dormía, pero mi mamá y mi papá sí hacían todo el trabajo.
A mí y a mis hermanos nos bautizaron e hicimos todos los actos normales en nuestra sociedad, pero antes de que supiera el Padre Nuestro, sabía cómo hacer el Pilar de en Medio que es una meditación cabalista para lograr un equilibrio. Básicamente integras el Árbol de la Vida judío dentro de tu cuerpo. El Árbol está constituido por diez esferas y cada una representa una energía creativa, una inteligencia. La corona está en la cabeza y es desde donde integramos la luz divina. Es como si fuera un canal de luz que baja hacia la garganta. Después hay una esfera en el hombro derecho y otra en el izquierdo, baja al plexo solar, al área de los genitales, a los costados de la cadera y a los pies. Se forma la imagen de un árbol. Vas conectando las esferas y haces un huevo luminoso, que es como un campo vital humano de acción. Lo puedes pegar a tu cuerpo o expandir. En el momento en que haces el huevo puedes trabajar con meditaciones, sueños u otras cuestiones porque estás en ti mismo, en un área protegida.
A mí todo esto siempre me interesó muchísimo. Quería que mis papás me llevaran a las clases y a todos lados. Ellos me fueron incorporando con rituales sencillos como dar gracias a la naturaleza o antes de entrar a otro país hacer una ofrenda a la nación misma, me permitieron observar y, con mucho amor y paciencia, me fueron integrando poco a poco en los misterios. También me enseñaron a reconocer que los humanos no estamos solos sino que además hay otros seres que aunque no los vemos están ahí presentes y actuando; y sobre todo, que los humanos vivimos una ilusión de separatividad, que en realidad estamos conectados y lo que le sucede a uno afecta al resto.


El contacto con las monjas del Sagrado Corazón

Mis padres me mantuvieron en escuelas laicas, mixtas y personalizadas, pero cuando salí de la primaria pude elegir la secundaria y yo tenía una idea de las monjas muy romántica y me fui a meter al Colegio Guadalajara. La escuela era muy estricta y teníamos clases forzosas de religión. Yo había leído partes de la Biblia pero con un enfoque cabalista y las monjas me la mostraron desde una visión cristiana que se me hizo muy bonita y me puse a estudiar la religión católica como la enseñaban ellas. Me parecía que era muy unificadora y bonita. Se adoraba a la Virgen, a Mater, así le decíamos. Te llevaban a la capilla a que le rezaras y a mí me encantaba porque la conectaba con otras diosas, con la Madre Naturaleza, porque todas las diosas son una pero se puede multiplicar. Tienen sus diferencias, pero al final es una. A mí se me hacía muy padre porque Mater era un aspecto distinto de una diosa única. Le rezaba mucho todos los días.
Ya en la preparatoria, ahí mismo, las monjitas no tenían tanto acercamiento, te dejaban libre. Empecé a ir más a la iglesia y a prepararme para la confirmación, pero lo que me enseñaban se me empezó a hacer horrible, muy encerrado, muy inflexible. Entonces me dije que ya había tomado lo que tenía que tomar: mucha riqueza y mucha belleza y me alejé completamente de la religión católica.
Nunca me alejé de los Misterios Occidentales, el misticismo, la Cábala, el Tarot, las meditaciones. Eso jamás. Siempre lo mezclé con lo que me enseñaban las monjitas y a mí se me hacía perfectamente cuerdo, tenía conexión, pero no me gustó como lo manejaron ciertos sacerdotes con los que yo fui. Si bien es verdad que no era tan disciplinada con mi desarrollo espiritual, la presencia de lo divino estuvo conmigo.
Otra de las cosas que me molestaba era el sexismo dentro de la Iglesia. Me molestaba que las monjitas no pudieran dar misa o la comunión. En la Iglesia Anglicana sí se permite la existencia de sacerdotisas y sacerdotes. Conozco a la directora de estudios de una escuela de misterios en Inglaterra que se llama Servants of the Light porque viene todos los años a la casa, para convivir y hacer talleres. Ella me daba el ejemplo de algo diferente porque era sacerdotisa de la Iglesia Anglicana, lo cual me parecía genial. El que haya sacerdotisas católicas es un cambio posible y se hará cuando se requiera, al menos desearía que se hiciera. La religión católica en sí se me hace muy bonita, me gusta el fondo, pero no la práctica controladora que tiene. En lo que sí me mantuve con mucho gusto fue en tratar de preservar en mí el deseo de servicio y labor social que tienen las monjitas del Sagrado Corazón.

La experiencia en Inglaterra

Después de la preparatoria me fui a vivir a Inglaterra y empecé a preguntarme si está escrito nuestro destino o no. No sé por qué empecé con esta idea, pero pensaba mucho en ella. Y me decía: si mi destino es ser exitosa entonces puedo, hoy por hoy, hacer y deshacer, drogarme y muchas cosas y no importa porque la meta es la misma. Entonces empecé con un desmadre increíble. Hasta me sentía enferma. Y decía: bueno, ni modo... me divertí muchísimo.
En esa época me habló mi papá para decirme que deseaba que yo estuviera en una junta en Manchester. Arregle mis cosas y fui para allá. En el tren empecé a ver a la gente brillar y me extrañaba esto, no era la gran luz ni nada, pero eran diferentes. Pensé que esto me sucedía porque iba muy cansada. Me bajé en la ciudad, tomé un taxi y llegué a un pueblito. Unos monjes habían prestado el monasterio para quedarnos ahí e ir a talleres y conferencias sobre ocultismo. Llegué, me dieron mi cuarto, arreglé mis cosas y al bajar al comedor para conocer a todos, reconocí a varias personas que estaban en el tren y que había visto brillar y que seguían brillando. Eso se me hizo muy bonito.
Me volví a conectar con mi trayectoria anterior, con mi tradición familiar, al ver a la directora de estudios de Servants of Light en la reunión. Me dijo que yo estaba en un proceso de búsqueda y que me dejara llevar, que la vida me llevaba por donde me debía llevar.
Tras la reunión en Manchester, y por pláticas que mantuve con algunas de las personas que conocí ahí, decidí viajar a la ciudad de Edimburgo, en Escocia. Al llegar me encontré en la estación del tren a una gitana de unos 50 años que estaba con otros gitanos. Se me acercó cuando estaba arreglando lo de las maletas. Me tomó la mano y me dijo en inglés: “¡Bienvenida!, ven, ven, te estaba esperando”. Es muy impactante que una persona desconocida te trate como conocida y te diga: “Te estaba esperando”, pero pensé que eso se lo hacía a todos los turistas. Me metí con ella a una cabañita que tenía en la plaza y que era donde leía las cartas. Dije: “Me quiere leer las cartas, pues aprovecho”. Pero nada más me dio la tarjeta de una tienda de la ciudad. Me dijo: “Tienes que ir”. “Ah, pues muchas gracias”. No me leyó las cartas y me fui.
Estuve muy contenta turisteando por las calles de la ciudad y, sin buscarla, vi la tienda a la que me había mandado la gitana y decidí entrar. Era una tienda muy linda de puras cuestiones ocultistas. Eran como las diez de la mañana. El dueño me preguntó de dónde venía y al enterarse que de México me ofreció algunos libros y mapas para hacer rituales mayas. Me dijo: “Ya sé que no es tu tradición, pero hay de todo”. Después agregó: “Mira, esto es para tu papá” y me dio un libro de ángeles en hebreo. Ya cuando me iba a salir me preguntó: “¿Conoces la primera iglesia gnóstica de toda bretaña?”. Le contesté que no y entonces se ofreció a llevarme y fuimos. Recorrimos unos 20 kilómetros en coche y llegamos a un campo verde muy bonito donde grabaron la película “Corazón Valiente”. Al costado estaba la iglesia que es una capilla circular con ventanitas por donde va saliendo el sol todo el año. Después me invitó a comer a su casa y conocí a su esposa. Me decían: “Tienes que trabajar mucho”. Recalcaban lo del trabajo: “Cuando regreses a México aprovecha la oportunidad que tienes de estar con un grupo que trabaja todas las semanas. Aquí en Europa los grupos esotéricos son muy pequeños y se juntan una vez al mes y si son más grandes una vez cada tres meses.”
Yo me sentía muy contenta y muy conectada con lo que tenía que hacer. Veía señales en todos lados y eso me daba mucho gusto. La última fue una señal que en verdad me pareció divina. De nuevo en Londres, iba caminando por una calle y empezó a llover, busqué un café y, sin querer, me encontré en la zona roja de la ciudad. Me metí a una tienda sex-shop para no mojarme. Bajé al segundo piso y me encontré un libro chiquito que decía: Principios de magia. Se me hizo interesante. Pensé que era una cuestión sexual. Lo empecé a ver y resulta que no era algo sexual sino una guía práctica para principiantes que daba bases para abrir portales y proporcionaba elementos y cuestiones técnicas de la alquimia y de lo que es el Tarot. Al hojearlo vi que tenía todo, muy conciso, para cualquier persona neófita en la materia. Subí para comprarlo pero la empleada me dijo que el libro no era de ellos. Le dije: “Pero ahí estaba en tu estante” y contestó: “Entonces alguien lo dejó ahí, pero no es nuestro. ¡Llévatelo!”. Y me lo llevé. Ha sido un libro muy bueno. La bibliografía del libro tiene a autores buenísimos. Me fui muy contenta con mi libro.
Cuando llegué a México me dije: “Tengo que dedicarme de lleno a estudiar y hacer servicio, porque es la base de todo”. Se dice que el hombre vino a servir y a servir en lo que sea. Si eres albañil, servir haciendo bien tu trabajo. Y entonces me metí a la Logia Egipcia, porque siempre me han llamado la atención los dioses egipcios, y estando ahí podía sentir muy directamente el soporte de mis padres. Me gustan mucho las deidades egipcias pues separan su lado luminoso del oscuro; por ejemplo, si trabajas con Anubis que es el equivalente al dios Hermes de la tradición grecorromana, no tiene los vicios de éste. Si quieres trabajar un vicio, es decir, superar uno de tus propios vicios, trabajas con un dios especial. Yo trabajé un año con lo egipcio y después me pasé a lo cabalista. Lo que más me gusta de la Cábala es que todo cabe ahí, es como un comodín filosófico.

El servicio en la cocina y la presencia divina

Ya tengo varios años trabajando formalmente no en mi educación espiritual, pero sí en la conexión espiritual y la siento todos los días, sobre todo al cocinar. Yo la había elegido porque el trabajo espiritual requiere de una actividad creativa donde se pueda expresar una emoción positiva y me pareció que la comida era lo mejor para mí, porque al cocinar y proporcionar alimento expresas amor. Es un proceso alquímico interesante.
Cocinar y comer no sólo es eso, también es un ritual. Yo agradezco mucho a todas las personas que hacen ese servicio. Si como en un restaurante trato de ir y dar las gracias al que cocinó para mí y también le agradezco al que sirve la comida. Y si no lo hago físicamente, pienso en él y le doy las gracias por haber cocinado.
Como me gusta mucho servir, pensé: tengo que ser mesera porque es algo muy bello. Fui a varios lugares, trabajé y me gustó mucho. Vi que en ese oficio logras hacer muchas cosas por las personas, algo más que simplemente servir un plato. Hay una comunicación muy especial entre clientes y meseros. Ya no trabajo de mesera, pero cuando hay una cena me gusta servir y ver que la gente esté bien.
Decidí abrir un restaurante. Pensé que si me gustaba esto del servicio podía hacerlo más formal. Abrí el restaurante hace dos años. Se llamaba Día y Noche. De día era un concepto nutrimental light, fit y de comida para llevar. Eso no me gustaba, pero bueno… de noche era gourmet que era donde yo estaba. Conocí a un chef muy joven, de 18 años, que se ofreció a ayudarme. Él estuvo dentro del Opus Dei y me empezó a contar todas sus prácticas. Cada que hablaba me dejaba impactada. Y yo le hablaba de lo mío. Así que yo me interesaba por el Opus Dei y él por el misticismo de la Cábala. Acabó dejando el Opus Dei por completo y ya está dentro de la Cábala. Integró un grupo de jóvenes a pesar de que casi no hay jóvenes en la Cábala.
El restaurante nos duró un año, porque a él y a mí nos gusta mucho cocinar, pero en la administración no nos iba tan bien.
Sigo con el servicio, pero ahora en talleres de ciencia para niños, porque yo no soy muy buena para la ciencia y pensé que si me ponía a estudiar mataba dos pájaros de un tiro. Así que doy talleres de sonido para niños en un proyecto social independiente. No tengo mucho en él, pero lo estoy disfrutando.
Siempre he sentido la presencia divina, siempre, siempre, pero ahora la siento más al cocinar. Este aspecto de alimentar a alguien más, me llena de gratificación y siento una energía muy especial. No cocino diario, pero en mis actividades comunes es ahí donde me siento conectada con la creación.

- Todo el tiempo que estuviste hablando de cocinar estabas realmente muy conmovida. Se nota que es algo muy fuerte en ti

El cocinar se me hace una de las cosas más bellas que hay. Ahora, con la vida tan rápida, se me hace muy feo que se pierda ese tiempo de sobre mesa, de degustar las cosas, de beber agua, de platicar tranquilamente con tantito vino y quesos.

- ¿Me puedes explicar un poco más el ritual de la comida en relación con la presencia de Dios, en relación a la unión con Él?

Yo veo la cocina muy ligada al amor porque es la forma en que mi papá muestra sus afectos. Él no es de abrazos y besos, ni de decirte nada lindo, pero desde niña yo veía que se esforzaba a la hora de cocinar y de poner la mesa muy bonita con todas las cosas en forma. Toda la vida ha cocinado diariamente y ahí es donde muestra sus afectos. Mi mamá no es muy dada a la cocina, a pesar de que tiene buen sazón; pero es muy, muy cariñosa físicamente. Al ver que mi papá disfrutaba tanto el comer empecé a fijarme más en los sabores y a examinar el contenido de cada cosa. Y cuando empecé a estudiar a las diosas de distintas culturas vi que siempre estaban muy ligadas a la caza y al alimento. Y se me hacía muy femenino. Hombres y mujeres pueden desarrollar ahí su parte femenina. Así empecé a querer aprender a cocinar. Y cuando algo me salía bien, cuando estaba medianamente decente, sentía una emoción muy linda, como cuando logras andar en bici o patinar. En mis meditaciones personales también empecé a incorporar la comida: mentalmente yo le daba de comer a alguien más o yo recibía alimento. Por eso quise desarrollarlo también en la práctica. Y dentro de la práctica se puede manifestar la divinidad.

-Dices que siempre has sentido la presencia de Dios, ¿puedes hablar un poco más de eso?

Siempre la he sentido como si fuera un calor, como si fuera una fuerza que te hace sentir que las cosas van a estar bien. Lo siento sobre todo al salir de la casa o cuando abro una puerta y entro a otro lugar. Da mucha tranquilidad al salir y al entrar a otros espacios. Me pasa, y de niña me pasaba mucho más, que me voy emocionando a medida que me aproximo a las puertas porque voy a sentir de nuevo ese jalón de energía. Le he preguntado a otras personas y no sienten eso. Yo me puse a averiguar lo que significaban para mí las puertas y las vi como oportunidades. Una puerta es una oportunidad de algo nuevo o de dejar atrás algo que ya viviste y cargar con ese conocimiento y experiencia.
Una vez alguien me dijo que había una meditación muy común con puertas y que se podía encontrar una en un libro de Herman Hesse. No me supo decir cuál libro, pero la encontré en El lobo estepario. Hay una parte en la que habla de un teatro, que es donde el personaje vive toda su transformación y en el teatro hay muchas puertas. Cada puerta te lleva a un aspecto distinto del personaje, o sea, del ser. Al final existe una fuerte relación con las cartas del tarot. Y dije: ¡Ah! Son las puertas porque son 72 cartas, cada una te lleva a un aspecto diferente, no hay parecido a otras. Decidí entonces estudiar Tarot en forma.
Leí algo de Tarot pero a mí se me da más la cuestión del psiquismo. Con la meditación de las puertas cada día entraba a una carta distinta y si quería repetir, repetía. Cada vez vivía cosas diferentes pero con una misma energía. Hay una carta para cada sendero del Árbol de la Vida. Están muy bien integradas. Este año estoy trabajando con las cartas en los senderos. Ya he trabajado con cada esfera, pero ahora lo estoy haciendo con cada sendero.

-Cuando dices trabajo ¿qué quieres decir?

El trabajo va desde el estudiar teóricamente qué es cada cosa, qué significa cada esfera en la cábala (o en cualquier rama esotérica) por medio de escritos o conferencias, hasta las meditaciones path working que puedes seguir porque te las arma alguien más o porque tú las diseñas. Ahí viajas solo. Son meditaciones de diez o quince minutos… lo que te lleve. Básicamente es centrarte, imaginar que estás en el espacio, entre los mundos, en la nada e ir directamente hacia esa esfera o lugar al que quieres ir. Por ejemplo a un mundo marciano. Vas a esa energía marcial y a los dioses que están ahí. Empiezas a crear tu propio mundo de exploración y obtienes mucha información que puedes usar en tu vida cotidiana o para un futuro. Te empiezan a caer veintes y eres tú mismo.
También hay trabajo en grupo, los rituales. El trabajo ritual son meditaciones con un pequeño corte teatral donde hay personajes que representan una fuerza específica. Se manejan mucho tres: un sacerdote, una sacerdotisa y un mensajero. El mensajero es como la energía a la que todos los seres humanos aspiran, es el hijo perfeccionado. Si vemos la Cábala judío-cristiana, Cristo estaría aquí como un equilibrio en todo el árbol (Alejandra señala la esfera del Tifereth en el Árbol de la Vida). Es un viaje colectivo. Se hace una meditación para todos y todos la siguen. Llega un momento en que te sueltan. Tú viajas, pero después hay que regresar y se traen los regalos de la experiencia. Se suelta la energía no sólo para los que están ahí sino para todos los seres en general. Este es un ritual regular, pero hay rituales específicos: de fertilidad, salud, protección, regeneración… hay miles, puedes crear los que quieras.

El trabajo personal se hace diariamente y se recomienda mantener un diario.

En todas las escuelas de misterios han participado muchos sacerdotes y monjas, personas en general que han aportado mucho a las escuelas. Para mí lo más importante de ellas es que hay una gran apertura para todos. No tienes que dejar tu religión, siempre se integra. Yo he hecho trabajos grupal con judíos, musulmanes, cristianos… de todo. La Cábala es como un comodín en el que todo cabe con el objetivo del auto perfeccionamiento y el servicio a los demás, pero no es el único camino, hay muchos más. Respecto a las religiones siento que muchas veces una quiere estar sobre la otra: “Sí, te respeto, pero yo soy mejor”, dice cada una. No se localizan en el mismo nivel, todas creen estar un pasito más allá. Y acá lo interesante es que no importa que trabajes muchísimo en tu desarrollo personal y llegues a lo máximo. No importa porque tenemos que jalar a los demás. No pasamos de nivel como especie, como humanidad, si no pasamos todos juntos. Eso quita mucha presión. Si no pasamos todos, nadie pasa al siguiente nivel.

En la actualidad ¿Hacia dónde estás enfocando tu crecimiento espiritual?

Mi deseo primordial es quitar miedos e inseguridades en mi persona. Ir puliendo las piedritas, porque tengo cosas que perfeccionar en mi temperamento. No regarla tanto. Es mi meta a corto, mediano y largo plazo. Pero sobre todo quisiera tener más tiempo de servir a los demás; no sólo tiempo sino el deseo perpetuo de servir a los demás, porque hasta ahora se me ha dado como en oleadas. El estar viendo por los otros es algo que me gustaría tenerlo siempre. Es una cuestión de reciprocidad con la vida que me ha dado mucho.

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